Suele decirse que una imagen vale más que mil palabras. Cuando comencé este proyecto, tenía una gran necesidad de reconectar con el mundo natural. Como humanos modernos y «civilizados», es fácil olvidar que nosotros también pertenecemos a la naturaleza y formamos parte del ciclo natural de las cosas, por más que nos empeñemos en negarlo.
Cuando salgo a caminar a la naturaleza, sin importar la magnificencia del paisaje que me rodea, me siento mucho más vivo, con un propósito y energía renovados. En estas caminatas suele acompañarme mi cámara, fiel testigo (no siempre) de lo que percibo a través de mis ojos. Una caminata se vuelve, entonces, una colección de momentos secuenciales, cada uno de ellos único y valioso.
Al igual que una postal (firmada, sellada y enviada desde un lugar y tiempo determinados) cada uno de los momentos que experimentamos en nuestra vida puede atesorarse en nuestra memoria. Cada una de mis Biopostales busca capturar la energía de un encuentro con los paisajes, las formas de vida y los elementos inanimados que nos rodean en un instante preciso, para poder compartirlos y revivirlos con los demás, pues recordar es volver a sentir.
Se dice también que no se puede proteger lo que no se conoce. Mis postales también le dan voz a esos momentos fugaces donde participan actores increíbles: intrépidas ardillas, brincando de un árbol a otro; aves de colores y formas más variadas de lo que somos capaces de imaginar, participando activamente en el entorno, fugaces; enormes y majestuosos árboles, pequeños arbustos y plántulas recién nacidas; hongos misteriosos creciendo en las superficies más inesperadas; insectos, crustáceos, arácnidos, anfibios, reptiles, mamíferos y un sin fin de seres vivos que no podría enumerar aquí, todos ellos merecen ser reconocidos y protegidos.
Biopostales es un homenaje a la naturaleza. Este es el único planeta que conocemos con una biodiversidad increíble, y aún estamos a tiempo de protegerla.
¡Espero que disfrutes tanto de estas postales como yo disfruté creándolas!
Mike.
